La revolución de la industria del mueble va mas allá del aspecto económico y de reconocimiento. La presencia de talleres, ebanisterías, carpinterías, fábricas, marqueterías y tapicerías de variada índole permeó profundamente la mentalidad, la cultura y la sociedad. La madera estaba allí en múltiples expresiones, como tradiciones, fiestas, canciones, pinturas poemas, como un elemento material que creaba lazos de comunidad y forjaba subjetividades de carácter fuerte. El taller era la escuela de muchos guarceños, quienes allí encontraban no sólo un medio de sustento, sino profundos aprendizajes para la vida. Los ebanistas, grandes maestros, eran personajes que desfilaban por el pueblo y se ganaban el respeto por la agilidad de su garlopa y su serrucho. En el Retiro se ha escrito un nuevo relato, uno propio, de valor, lucha y arduo trabajo que nuestros Hefestos, nuestros alquimistas de la madera, han forjado con sus garlopas, serruchos y cepillos para la posteridad y que es fundamental en la construcción de la identidad guarceña. Todo esto tiene un origen, una maravillosa historia. Y hoy pienso contarselas.