Una promesa de la infancia. Dieciocho años de silencio. Un mes para que él recuerde, sin que sepa que ella nunca olvidó.
Leona Reyes tenía diez años cuando cayó en el jardín de la mansión más prestigiosa de Miami. Ella era la hija de la empleada. Él tenía quince, estaba aburrido y fue lo suficientemente amable como para vendar su rodilla raspada con su camisa de diseñador rota. Con una paleta que se derretía, ella le hizo una promesa: "Cuando sea grande, seré tu esposa."
Peter Belmont se rio. Porque eso es lo que haces cuando un niño dice algo imposiblemente dulce. Luego se olvidó de ella por completo.
Ella no olvidó.
Dieciocho años después, Leona entra en Belmont & Sons con un currículum impecable, un nuevo apellido y un objetivo singular: ganarse un lugar en el mundo de Peter antes de que él se dé cuenta de que ella ha estado planeando este momento desde que tenía diez años. Es brillante, estratégica y está decidida a demostrar su valía solo por mérito, sin ayudas, sin atajos, sin recordatorios de promesas de jardín hechas por niñas pequeñas que no sabían nada mejor.
El plan es simple: ser contratada, sobresalir en el trabajo y, finalmente, revelar la verdad cuando sea el momento adecuado.
Pero Peter sigue mirándola como si fuera familiar. Como si estuviera tratando de recordar algo fuera de su alcance. Y Leona se sigue enamorando del hombre en el que se ha convertido: no el chico de su fantasía infantil, sino alguien mucho más complicado, solitario y real.
Ahora le queda un mes antes del retiro corporativo donde todo se resolverá o se desmoronará espectacularmente. Un mes para ser notada sin hacerlo obvio. Un mes para acortar dieciocho años de distancia entre la niña que hizo una promesa y la mujer decidida a cumplirla.
¿Qué sucede cuando el cimiento de tu historia de amor es un secreto? Cuando la persona en torno a la cual has construido toda tu vida no sabe que es la razón de todo?
Algunas promesas son imposibles de mantener.
Hasta que dejan de serlo.