Camino a Roma las cosas no han salido para el sacerdote Jürg como esperaba, su discípula Regula accidentalmente ha causado la muerte a un hombre y ahora debe esconderla en algún lugar, hasta que los ánimos se calmen. Nada mejor que la abadía de Fossanova, cercana a Roma, donde su tía es abadesa, para sacar de apuros a Jürg y despreocuparse por el bienestar de Regula.
Pero Regula es singularmente Regula y desde su llegada ha sospechado que ese claustro está lleno de secretos y no parará hasta averiguar los misterios de todos los habitantes de ese santo lugar, donde sus miembros no lo son tanto. Así las cosas, Regula ha descubierto el secreto de Jürg, y así tomará cartas en el asunto, y tratará de gritarlo a los cuatros vientos.
Sin su mentor, los días de los restantes dos discípulos de Jürg, Urs y Reto, se encuentran llenos de contratiempos, pues el comandante Kaspar von Silenen no espera de ellos menos que lo que espera de sus guardias profesionales y entrenados.
La Confederación suiza mientras tanto ha llegado a Roma y el papa Julio II se dispone a celebrar la ceremonia de nombramiento de su guardia suiza pontificia por todo lo alto. Sin embargo, no todos en Roma celebran que "campesinos con olor a vaca" sean los encargados de cuidar de Su Santidad y tratarán por todos los medios de poner en peligro a Julio II y así poner en duda la reputación de sus guardias.