La fiera de mi niña, una de las obras más elogiadas del cine clásico y protagonista indiscutible de numerosas listas y antologías que la proclaman como una de las mejores comedias cinematográficas de la historia. Howard Hawks dirigió esta alocada y enérgica visión de la guerra de sexos, dominada por la inversión de roles, y donde ningún personaje parece estar cuerdo. Es una de las piezas más representativas de la denominada comedia screwball, con sus diálogos ingeniosos y vertiginosos, unos personajes variopintos con reacciones irracionales por encima de la lógica y, sobre todo, su confrontación de pares opuestos basada en el antagonismo entre la pareja protagonista.
Guion, dirección y actuación, tres elementos especialmente vinculados entre sí lograron este prodigio: una obra magistral pionera en su época; una comedia innovadora que realiza un detallado análisis sobre las relaciones humanas, con una inversión de roles en la que la mujer se convierte en parte activa de la trama, marcando y sosteniendo el trepidante ritmo de la película, un ritmo afín con el sentido alocado del relato en el que se suceden las más disparatadas situaciones, que mezclan lo cómico con lo trágico. Estamos, pues, ante un título relevante para considerar el desarrollo de toda la tradición de la comedia de Hollywood, un modelo de inspiración para cineastas que década tras década mantienen su legado como homenaje a una de las mejores comedias de la historia del cine.