¿En qué parte de mi agenda encontraré un hueco para leer las historias de escribió Ale? Fue la primera pregunta que me hice al recibir el pedido de mi colega y amigo de prologar otro de sus libros. Ese interrogante se disolvió apenas comencé a leer el borrador. No pude parar hasta el final. Me lo devoré en pocas horas. Los relatos en primera persona, su forma de hacernos entrar en cada historia me resultó atrapante. Sin embargo, lo más mágico es que estos relatos no son sólo siete historias de empoderamiento, son una exploración por las profundidades del alma humana ... Son siete espejos amorosos y respetuosos que nos permiten reflejarnos vulnerables y transparentes, con luces y sombras. Cada relato es una inmersión personal para tomar conciencia de nuestras heridas y el camino de sanación. A través del método desarrollado por Alejandro hace más de 23 años, se hace evidente como diferentes personas llegan a él con los clásicos problemas de pareja, frustración personal, miedos, tristezas, estrés, abusos, etc. y allí se inicia un viaje de autodescubrimiento donde los síntomas dejan de tener relevancia y se comienza a hacer evidente las causas, o como Alejandro relata, las heridas del niño.
¿Y quién no tiene heridas en el alma? ¿Acaso no son esas heridas las que nos hacen el llamado a expandir nuestra conciencia y expresar el alma dejándonos aparecer auténticos con todos nuestros colores?
El lector irá resonando con estas duras historias de la vida con final feliz. Confieso que en varios instantes mis ojos su pusieron brillosos y brotaron algunas lágrimas dulces que me hicieron saber que alguno de los atrapantes relatos me estaba interpelando y con otros me sentía identificado, ya sea con el protagonista y/o con Ale en su rol de acompañante de este maravilloso viaje.